Ferit salió de casa con una rabia ardiente en su interior después de una acalorada discusión con Seyran. Arrastró a Abidin con él, decidido a liberar sus emociones en medio de la música y el alcohol. En un bar animado, Ferit se sumergió en el ambiente vibrante, tratando de olvidar las amargas palabras que aún resonaban en su mente. Mientras disfrutaba en silencio de su copa, escuchó una voz familiar. Era Aslı, una amiga cercana de su época de escuela secundaria, que llegó acompañada por una joven deslumbrante llamada Ece. Con su sonrisa radiante y actitud abierta, Ece captó rápidamente la atención de Ferit, haciéndolo olvidar momentáneamente sus preocupaciones.
Ece no dudó en mostrar su interés por Ferit. Hablaba con encanto, halagando su elegancia y mostrando curiosidad por la prestigiosa familia Korhan. La atmósfera entre ellos se volvió relajada y agradable, proporcionando a Ferit un respiro de sus problemas. Sin embargo, la alegría duró poco cuando Pelin, un antiguo amor de Ferit, apareció inesperadamente. Con una mirada furiosa, se acercó a la mesa exigiendo explicaciones tanto de Ferit como de las dos mujeres que lo acompañaban.
Sin esperar una respuesta, Pelin agarró a Aslı y a Ece, llevándolas afuera mientras todos quedaban perplejos. Bajo las luces tenues fuera del bar, Pelin dejó escapar toda su ira, enfrentando a Ece con un tono severo. Ferit salió tras ellas, tratando de intervenir y exigiendo que Pelin se disculpara por su actitud impulsiva. Sin embargo, en lugar de calmarse, Pelin estalló aún más. Con un tono mordaz, gritó: “¿Por qué debería disculparme con estas zorras?” La tensión aumentó, atrayendo la atención de los curiosos.
Ferit, perdiendo la paciencia, se dio la vuelta y se marchó, dejando a Pelin consumida por su ira. Su figura desapareció lentamente en la oscuridad de la noche, dejando un vacío frío en los corazones de todos. Pelin se quedó allí, cargando con el peso de los celos y el dolor que no podía explicar. Aquella noche, nadie salió victorioso en esta batalla emocional. Los conflictos latentes continuaron acechando, amenazando con destruir las relaciones que alguna vez fueron el orgullo de Ferit.