Ferit estaba apoyado contra el escritorio, con la mirada fría fija en Seyran, quien estaba sentada junto a la ventana. La habitación estaba en silencio, pero la tensión entre ellos era casi palpable. Desde el día en que su abuelo Halis expresó su deseo de ver un bisnieto, Ferit no había dejado de presionar a Seyran sobre tener un hijo. Para él, no era solo una cuestión de responsabilidad familiar, sino una forma de demostrar la solidez de su matrimonio. Pero cada vez que tocaba el tema, Seyran lo rechazaba con firmeza.
“Ferit, ya te lo dije, este no es el momento adecuado. Mi vida todavía está lejos de estar estable,” dijo ella con un tono tranquilo pero decidido. Esas palabras eran como sal en las heridas de Ferit. No podía entender por qué Seyran siempre evitaba el tema, y esa actitud comenzó a sembrar dudas en su mente.
“¿O es que sigues atada a tu pasado?” preguntó Ferit, con un tono frío y lleno de desconfianza. “¿Tú y Yusuf… hubo algo entre ustedes?” Esa pregunta fue como una puñalada directa al corazón de Seyran. Ella se giró bruscamente, con los ojos mostrando el cansancio y el dolor que sentía.
“Si piensas eso, entonces pregúntale tú mismo a Yusuf,” respondió Seyran, lanzando un desafío, con la voz temblando de indignación. “Si tu orgullo te lo permite, pregúntaselo directamente.”
La ira de Ferit estalló, anulando cualquier rastro de razón. Sin esperar al día siguiente, tomó el teléfono y marcó el número de Yusuf. Tan pronto como respondió al otro lado de la línea, Ferit lanzó la pregunta sin rodeos: “¿Acostaste alguna vez con Seyran?”
La habitación volvió a sumirse en el silencio. Pero esta vez, ese silencio se sentía como una tormenta esperando estallar, con consecuencias que nadie podía prever.