Ferit entró en casa con el corazón pesado, incapaz de sostener la mirada en Seyran. Ella estaba en un rincón de la habitación, con los ojos llenos de tristeza pero sin pronunciar una sola palabra de reproche. Ferit sabía que su ira y sus dudas habían herido profundamente a la mujer que amaba.
Incapaz de contenerse, Ferit se arrodilló frente a Seyran. “Lo siento,” dijo con la voz temblorosa. “Dejé que los celos nublaran mi juicio. No confié en ti, y eso estuvo mal. Pero te prometo que nunca más volveré a dudar de ti.”
Seyran lo miró con lágrimas en los ojos. Aunque su corazón todavía estaba herido, podía sentir la sinceridad y el arrepentimiento en cada palabra de Ferit. “Ferit,” dijo suavemente, “no necesito promesas, solo necesito que seas honesto. Ambos hemos cometido errores, pero si tú estás dispuesto a cambiar, yo también lo haré.”
Decidieron que era momento de poner fin a los malentendidos y a la interferencia de otros en su vida. Juntos, fueron a buscar a Yusuf, quien se escondía tras sus mentiras.
“Yusuf,” dijo Ferit con una mirada decidida. “Sabemos todo. Desde ahora, no permitiré que te entrometas en nuestra vida. Vete y no vuelvas jamás.”
Seyran, a su lado, agregó: “En algún momento te consideré un amigo, pero todo lo que has hecho destruyó esa confianza. Ferit y yo no permitiremos que sigas arruinando nuestra felicidad.”
Yusuf, sin palabras, se quedó en silencio mirando a la pareja unida frente a él. Sabía que ya no tenía oportunidad, que su presencia solo era un obstáculo. Finalmente, se dio la vuelta y se marchó.
Después de que Yusuf se fuera, Ferit y Seyran regresaron a su pequeña casa. Sin presiones ni miradas juzgadoras, comenzaron a imaginar un futuro juntos.
“Sabes,” dijo Ferit, tomando la mano de Seyran, “nuestra relación no comenzó por amor, sino por obligación. Pero ahora me doy cuenta de que te amo, no por ninguna presión externa, sino porque realmente te amo. Comencemos de nuevo, esta vez basados en la confianza y el amor verdadero.”
Seyran sonrió mientras las lágrimas de felicidad corrían por su rostro. “Yo también te amo, Ferit. Y creo que, mientras seamos sinceros y estemos unidos, podemos superar cualquier desafío.”
Se abrazaron, dejando que el calor del momento los envolviera. Ambos sabían que el amor no se trataba de evitar las tormentas, sino de enfrentarlas juntos. Desde ese instante, decidieron empezar de nuevo, no por obligación, sino porque se amaban y confiaban el uno en el otro.