Tasio acaba de enterarse de una verdad impactante sobre su origen: es el hijo ilegítimo de Damián, un secreto que no solo le afecta a él, sino que también sacude a toda la familia De la Reina. Al escuchar esta revelación, Tasio sintió como si todo su mundo se viniera abajo. Un secreto tan profundo que ahora debía afrontar, no solo cambiando su vida, sino también alterando por completo la dinámica de la familia de Damián.
Marta, su madrastra fría y distante, no mostró ninguna reacción más allá de un desapego palpable. No solo se negó a aceptar la verdad, sino que además se mostró indiferente, evitando cualquier vínculo con Tasio. La familia De la Reina comenzó a fragmentarse, pues este descubrimiento no solo cuestionaba el lugar de Tasio dentro de la familia, sino que también desataba viejos conflictos no resueltos.
Por su parte, Jesús, el hermano mayor de Tasio, reaccionó de manera muy vehemente. Él rechazó rotundamente aceptar a Tasio como parte de la familia. “Tú no eres mi hermano,” dijo Jesús con una voz tajante, sin mostrar ningún tipo de compasión. Estas palabras fueron como una daga en el corazón de Tasio, quien sintió que no pertenecía a ningún lugar, ni siquiera a esa familia, aunque compartiera su sangre.
Con la esperanza de conseguir algo de aceptación, Tasio intentó ganarse la aprobación de sus nuevos hermanos. Quería demostrar que podía ser parte de la familia De la Reina, pero cada vez que se acercaba, solo encontraba frialdad y rechazo. Las relaciones familiares se volvieron cada vez más tensas, ya que cada miembro de la familia llevaba dentro de sí una mezcla de ira y temor sobre su posición.
Tasio no sabía si lograría cambiar algo, pero sentía que no podía rendirse. Deseaba ser aceptado, pero no podía ignorar que cada intento solo parecía agrietar aún más las relaciones dentro de la familia. El precio de esta verdad podría ser la ruptura total, no solo de la familia, sino también en el alma de Tasio.