El grito de ira de Andrés resonó en toda la casa cuando Damián, con una mirada nerviosa, confesó lo que había estado ocultando durante años: “Tasio es mi hijo ilegítimo”. Las palabras, cargadas de una tensión insoportable, parecían detener el tiempo en el aire. Begoña, con el rostro pálido y los ojos llenos de lágrimas, no pudo evitar exclamarse con dolor: “¡Nos has engañado durante años!” La revelación dejó a todos atónitos, pero lo que más impactó fue la figura de Tasio, quien permanecía en un rincón de la habitación, completamente ajeno a todo lo que se decía a su alrededor. Parecía como si su existencia nunca hubiera encajado en la familia De la Reina, pero ahora se confirmaba que no solo no era parte de sus vidas, sino que ni siquiera tenía cabida en su historia.
Desde ese día, las tensiones en la casa De la Reina crecieron. Los miembros de la familia evitaban hablarle, como si él fuera una sombra incómoda que debían ignorar. El ambiente, antes familiar y cálido, ahora estaba lleno de frialdad y miradas furtivas. Tasio, aunque sintiera el peso de la traición, no permitió que la indiferencia lo doblegara. Decidió no quedarse de brazos cruzados, decidido a encontrar las respuestas que su familia nunca le había dado.
Día tras día, Tasio comenzó a investigar, a buscar pistas sobre su madre biológica. Habló con antiguos amigos de su padre, con personas que conocían los secretos de la familia. Recogió fragmentos de conversaciones, miradas evasivas, y hasta rumores en la ciudad que lo llevaron a nuevos caminos. Mientras más se adentraba en su búsqueda, más convencido estaba de que esa verdad escondida, esa figura desconocida que había estado fuera de su vida, podría cambiarlo todo. Tasio soñaba con encontrarla, con saber quién era realmente, con entender qué le había pasado a su madre y por qué había sido apartado de ella.
A pesar de los esfuerzos de la familia por silenciarlo, Tasio no dejaba de investigar. Su determinación crecía con cada pista encontrada, con cada pieza que encajaba en el rompecabezas de su vida. Él sabía que, al final, conocer la verdad sobre su origen sería la única manera de darle un propósito a su vida.