Tasio estaba apoyado en el marco de la ventana, con la mirada perdida en el horizonte. Afuera, el atardecer ya había caído, y las luces de las farolas proyectaban un resplandor amarillento. Se dio la vuelta y miró a Claudia, que estaba sentada en una silla, acariciando su vientre. Su primer hijo aún no había nacido, pero el futuro del bebé ya se había convertido en la mayor preocupación de Tasio.
“Necesito hablar contigo con total franqueza, Claudia,” dijo finalmente, con un tono grave y serio.
Claudia levantó la cabeza, algo confundida. “¿De qué se trata?”
“Me preocupa el futuro del niño,” suspiró Tasio, acercándose para sentarse frente a ella. “No puedo entender cómo tú y Mateo siguen viviendo en esta pensión tan precaria cuando el bebé está a punto de nacer. Además, planean invertir en un negocio ahora. Claudia, sinceramente, creo que este no es el momento para arriesgarse.”
Claudia apretó los labios, sus manos instintivamente colocadas sobre su vientre, como si intentara proteger al bebé de las palabras de Tasio. “Sé que estás preocupado, pero Mateo cree que este proyecto puede asegurar un mejor futuro para nosotros. Si tiene éxito, podremos comprar una casa mejor y más estable.”
Tasio negó con la cabeza, su tono se volvió más firme. “Pero nadie puede garantizar que ese proyecto funcione. No quiero que nuestro hijo nazca en un lugar donde todo sea tan incierto. Lo más importante ahora es la seguridad y la estabilidad, no los sueños ambiciosos.”
Claudia guardó silencio, su mirada oscilaba entre los argumentos de Tasio y la fe inquebrantable que Mateo siempre le había transmitido. Tasio suspiró, consciente de lo difícil que sería esa conversación.
“No quiero presionarte,” dijo Tasio con voz más suave, “pero necesitas reconsiderarlo. Piensa en el bebé. Merece nacer en un entorno seguro, donde no tengamos que preocuparnos todos los días por el dinero o por un techo donde vivir.”
Afuera, el viento soplaba con más fuerza, trayendo consigo el frío de la noche. En el interior de Claudia, la tormenta emocional no era menos intensa. Sabía que Tasio tenía razón, pero ¿estaría Mateo dispuesto a renunciar a sus ambiciones para garantizar una vida más estable? Y si no, ¿sería capaz de tomar la difícil decisión de elegir entre dos hombres que la amaban a su manera?