Santiago era un hombre decidido que nunca dejaba ir lo que deseaba. A pesar de haber sido rechazado muchas veces por Fina, no entendía por qué ella no correspondía a sus sentimientos. Cada vez que la veía con otras personas, los celos dentro de él crecían. No podía entender por qué ella era tan fría con él, un hombre que había intentado con todas sus fuerzas llamar su atención.
Una tarde, después de una discusión tensa entre ellos, Santiago escuchó por casualidad algo que no pudo dejar pasar: Fina había quedado con alguien en el parque. Sin pensarlo, los celos y la curiosidad lo impulsaron a seguirla. Estaba convencido de que si no actuaba, nunca sabría la verdad.
Cuando llegó al parque, Santiago observó desde lejos. Su corazón latía con fuerza cuando vio a Fina sentada conversando alegremente con una mujer que él no reconoció. Esa mujer era Marta, pero para Santiago, ella solo era un rostro desconocido. La ira y la decepción no pudieron ser contenidas, y decidió denunciar a Fina a la policía, sospechando que ella estaba enamorada de una mujer. Sin pensarlo demasiado, Santiago esperaba que esta acción haría que Fina pagara por lo que él creía.
Poco después, Fina fue arrestada por amar a una mujer. Fue arrastrada a una lucha que no había previsto, una batalla que no podía imaginar. Marta, incapaz de soportar el dolor y la injusticia, decidió visitar a Fina en la cárcel. Fue con Damián, pero cuando quedaron solas en la sala de visitas, las emociones de Marta no pudieron ser contenidas. Se acercó a Fina, la abrazó con fuerza, sus ojos llenos de lágrimas, y le preguntó preocupada: “¿Estás bien?”
Fina respondió suavemente, con tristeza en su voz: “Todo está bien. Pero creo que Santiago fue quien me denunció. Solo me vio con ella.”
Marta prometió hablar con Santiago para convencerlo de retirar la denuncia, pero Fina la detuvo rápidamente: “No lo hagas, Marta. Si lo haces, no quiero que tú también te veas arrastrada a esto. Hemos tenido que luchar mucho para llegar hasta aquí.”
Cuando la visita terminó, Fina sintió que todo a su alrededor se desmoronaba. El amor que había atesorado ahora se convertía en una amenaza, y todo lo que había tratado de construir parecía desmoronarse poco a poco. Los fantasmas de los malentendidos y la traición no podían borrarse, y Fina solo podía mirar cómo todo lo que amaba se desvanecía.