Santiago estaba en la oficina, con las manos en los bolsillos y la mirada evasiva cuando Doña Marta comenzó a hablar. “Sé que tú eres el responsable de la denuncia. Reportaste a Fina solo por celos y malentendidos,” dijo ella con voz firme. Santiago se rió de manera burlona, pero cuando Marta interrumpió y reveló que la mujer que él creía inapropiada era ella misma, se quedó en shock, sin poder creer lo que estaba oyendo. Un silencio envolvió la sala, mientras Marta le exigía que retirara la denuncia y enfrentara sus decisiones equivocadas.
En el parque, Santiago enfrentó a Marta y finalmente confesó la razón de su denuncia. “Solo hice lo correcto,” dijo, “Ella y la otra mujer son realmente vergonzosas.” Sin embargo, Marta dejó claro que la mujer que él vio era ella misma. “Solo es una amiga,” explicó, intentando hacerle ver a Santiago lo errado que estaba. Pero en lugar de arrepentirse, Santiago aprovechó la situación para manipular las circunstancias y llevar la situación más lejos.
Cuando Marta ofreció ayudar a Santiago con dinero, él no mostró arrepentimiento, solo sonrió de manera sarcástica. “Si me devuelves mi trabajo, retiraré la denuncia,” dijo Santiago, con una mirada llena de codicia. Sin embargo, Marta no se dejó engañar y rechazó de inmediato. “No, una persona que acosa a sus compañeros no merece mantener su puesto en la empresa,” afirmó, mostrando su firmeza al defender la justicia.
Aunque Santiago pensó que había recuperado el control, no sabía que Marta tenía un plan para revelar la verdad. Mientras él escribía un correo acusando a Marta y Fina, preparando el caos, Marta estaba recopilando todas las pruebas necesarias para exponer la historia. Fina, aunque herida, se mantuvo firme al enfrentarse a la verdad, convencida de que la justicia estaría de su lado, junto a aquellos que realmente eran valientes.