Al día siguiente, en su pequeño apartamento, Andrés estaba sentado esperando a Marta, con una expresión en su rostro que reflejaba una chispa de esperanza. Cuando Marta entró, él no pudo contener la emoción en sus ojos. Miró a su hermana con seguridad en cada palabra que decía:
“Marta, tengo buenas noticias. He encontrado a una abogada excelente, dispuesta a defender a Fina. ¡Ella podría ser liberada!”
Marta se quedó parada, con los ojos muy abiertos, sorprendida, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar:
“¿De verdad, Andrés? ¿Quién es? ¿Es realmente confiable?”
Andrés sonrió suavemente y asintió con la cabeza:
“Es la abogada Elena Ferrer. Es conocida por defender a los inocentes. Pero necesitamos ser pacientes, porque este caso es muy complicado.”
Marta no pudo ocultar su alegría, apretó la mano de Andrés, su corazón lleno de esperanza. Un rayo de luz había aparecido en su alma, aunque el camino por delante aún sería difícil. Pero esta era la oportunidad que había estado esperando durante tanto tiempo, la única esperanza para que Fina pudiera ser liberada. Prometió hacer todo lo posible para cooperar con Elena, sin importar cuántos obstáculos tuvieran que superar.
Cada paso en este viaje significaba un sacrificio, una promesa de protegerse mutuamente, y dificultades impredecibles. Tres historias se entrelazaban, creando un cuadro lleno de emoción sobre la lealtad, el amor y la determinación para superar cualquier adversidad. Marta entendía que, aunque tuvieran que enfrentarse a muchos desafíos, ella y Andrés nunca se rendirían. Fina, su querida amiga, sería liberada, y eso era todo lo que necesitaban.