Una tarde cálida, Miguel Ángel, un viejo amigo de la familia De la Reina, apareció de manera inesperada. Él llegó con la confianza y el magnetismo de alguien que ha tenido éxito en su carrera. Jesús no pudo ocultar su alegría al reencontrarse con el amigo de su infancia.
“Es un placer verte nuevamente, Miguel Ángel,” dijo Jesús, sonriendo de manera cálida. “Sigues sin cambiar.”
Miguel Ángel sonrió, su mirada recorriendo la casa, notando los cambios con una leve expresión de nostalgia. “Gracias, Jesús. Pero creo que ambos hemos cambiado mucho,” respondió con calma, pero también con una pizca de orgullo. “El tiempo no espera a nadie, ¿verdad?”
Jesús, con la esperanza brillando en sus ojos, rápidamente propuso: “Estamos comenzando un nuevo proyecto de negocios, Miguel Ángel. Creo que con tu influencia, podríamos asociarnos y llegar más lejos. Esta sería una gran oportunidad para ambos.”
Miguel Ángel asintió lentamente, pero sus ojos brillaron con una leve emoción. “Estoy dispuesto a ayudar. Sin embargo, tengo una condición…”
Las palabras de Miguel Ángel fueron como una advertencia. El ambiente, aunque aún relajado, se volvió de repente más tenso. Jesús lo miró fijamente, esperando una explicación. “¿Qué condición?” preguntó, con una mezcla de curiosidad y preocupación.
Miguel Ángel no respondió de inmediato. Se acomodó en su asiento, acariciando suavemente el vaso de vino en la mesa. “Mi condición es muy simple,” comenzó, su tono se volvió más serio. “Quiero el control del proyecto. No solo seré un apoyo, quiero ser quien tome las decisiones.”
Jesús se quedó en silencio por un momento, el corazón latiendo más rápido. Las palabras de Miguel Ángel eran mucho más de lo que había anticipado. No solo se trataba de apoyo financiero o de contactos. Había algo más, una ambición subyacente que Jesús no lograba entender completamente.
“¿Y qué opinas de compartir el poder?” preguntó Jesús, tratando de mantener la calma.
Miguel Ángel sonrió, con una seguridad inquebrantable. “No estoy hablando de compartir el poder, Jesús. Quiero el control,” respondió, su mirada fija. “Si vamos a asociarnos, haré que este proyecto crezca, pero no voy a estar al margen. Podemos lograr grandes cosas juntos, pero quiero ser el líder.”
Jesús sintió que la tensión aumentaba. ¿Miguel Ángel realmente había venido para ayudar a la familia De la Reina, o simplemente estaba buscando cómo tomar el control? Empezó a sentirse incómodo, pero no podía mostrar sus dudas.
¿Era esta una oportunidad genuina o una amenaza velada? ¿Miguel Ángel estaba aquí con buenas intenciones o con planes ocultos? Este podría ser el comienzo de una nueva etapa para la familia De la Reina, pero también un desafío peligroso que podrían tener que enfrentar.
Mientras Jesús pensaba en todo esto, Miguel Ángel permaneció tranquilo, sin apartar la vista de él. Ambos sabían que, independientemente de lo que decidieran, esa decisión cambiaría el futuro de la familia De la Reina.