Una semana después del trágico incidente, Fina aún no podía librarse de la sensación de ser perseguida. Las imágenes y emociones caóticas del encuentro con Santiago seguían atormentándola cada noche, impidiéndole dormir tranquila. Su vida había cambiado por completo, y cada paso que daba le recordaba el dolor y el miedo que Santiago había dejado en su corazón. No podía vivir con miedo para siempre, así que decidió enfrentarse a él y poner fin a todo de una vez por todas.
Planeó encontrarse con Santiago en un parque público, donde podría hablar con él cara a cara y, con suerte, él la dejaría en paz. Sin embargo, Marta, su amiga y aliada durante todo este tiempo, no estaba de acuerdo con la decisión. Marta temía que Santiago no se detuviera y pensaba que un encuentro como ese solo empeoraría la situación. Pero Fina insistió, convenciéndola de que era la única forma en que podría liberarse de su sombra.
Ese día, Fina llegó al parque, un lugar lleno de gente, pero su corazón estaba lleno de ansiedad. Santiago ya estaba allí, con los ojos rojos, su rostro marcado por el enojo y el dolor. Fina no dudó ni un segundo, lo miró directamente a los ojos y le dijo:
“Necesitas detenerte. Esto ya no es amor, es una obsesión tóxica. No puedo seguir viviendo con este miedo.”
Santiago gritó con voz descontrolada, sus ojos ardían de furia: “¡Me has arruinado la vida! ¡Nunca te perdonaré!”
Cuando él intentó acercarse, con la mirada furiosa, parecía que quería hacer algo impredecible. Pero en ese momento, Marta y dos agentes de seguridad aparecieron de repente. Rápidamente lo sujetaron y lo apartaron de Fina. Ella suspiró aliviada, como si un enorme peso se hubiera levantado de sus hombros.
Aunque esto no significaba el fin completo, Fina sabía que al menos ahora tenía la oportunidad de liberarse de la sombra de Santiago. Miró al cielo, sintiendo una pequeña paz en su corazón, pero entendía que el camino por delante aún tendría muchos desafíos. Sin embargo, ahora podía seguir adelante sin vivir bajo la amenaza constante del miedo.