Santiago nunca se rindió. A pesar de que Fina lo rechazó en numerosas ocasiones, desde invitaciones a cenar hasta gestos románticos, él siguió insistiendo en conquistarla. Sus sentimientos hacia ella se volvían cada vez más intensos, pero las frías respuestas de Fina solo aumentaban la tensión entre ambos. Fina no quería involucrarse con Santiago, pero él no aceptaba su rechazo, siempre buscando la manera de acercarse a ella.
Las cosas tomaron un giro peligroso cuando un incidente de violencia ocurrió en la empresa donde Fina trabajaba. Una pelea entre dos empleados creó una situación tensa, y Fina, en su rol de gerente, se vio obligada a denunciar el acto de violencia. No podía quedarse callada sabiendo que la empresa necesitaba tomar medidas firmes contra tales comportamientos. Sin embargo, su valiente decisión la puso en una situación peligrosa. Poco después, fue arrestada con acusaciones sin fundamento, como si ella misma hubiera sido la causante de la pelea.
Fina no entendía lo que estaba sucediendo. Estaba siendo atrapada en una trampa, y no había nadie para defenderla. Su acto de denuncia, que originalmente venía de un lugar de justicia, ahora se volvía el motivo para acusarla. ¿Estaba Santiago involucrado en este complot? ¿Podría ser que él estuviera detrás de un plan oscuro para descreditarla y forzarla a aceptarlo? Fina comenzó a sospechar que las acciones de Santiago no solo eran por amor, sino que tal vez había otros objetivos detrás de ellas.
Desesperada, Fina no tuvo más opción que buscar ayuda. Contactó a un abogado de renombre, quien podría ayudarla a demostrar su inocencia y desenmascarar la conspiración. Pero cuando las cosas comenzaron a aclararse, Fina descubrió que no todos eran honestos, y que no todos estaban dispuestos a ayudarla en su momento de dificultad. Mientras tanto, Santiago seguía persiguiéndola, pero ahora Fina se daba cuenta de que no todo lo que él hacía era por amor. Tenía que enfrentar la verdad: no solo su carrera, sino su vida misma estaba en peligro.