María se sentó sola en la habitación oscura, con los ojos llenos de lágrimas mirando por la ventana. La lluvia afuera parecía mezclarse con la tristeza en su corazón. Apenas unas horas antes, su vida transcurría con normalidad, pero ahora todo había cambiado.
La noticia de que Andrés había compartido los problemas de su matrimonio con otros fue un golpe devastador para el corazón de María. No podía entender por qué él había hecho eso. Siempre había confiado en él, pensando que juntos podrían superar cualquier dificultad. Pero esta traición hizo que su confianza se derrumbara por completo.
María intentó hablar con Andrés, esperando que él le explicara por qué había hecho algo así. Pero la conversación rápidamente se volvió tensa. Ambos intentaban defender su punto de vista, ninguno dispuesto a ceder. Finalmente, la discusión terminó en un silencio pesado.
El cumpleaños de María llegó en un ambiente tenso. Ella había estado esperando este día con ansias, pero ahora ya no sentía entusiasmo alguno. Andrés, su esposo al que tanto amaba, decidió no asistir a su fiesta de cumpleaños. Esto la hizo sentir más dolorida que nunca.
En los días siguientes, ambos vivieron en un silencio absoluto. María intentaba mostrarse fuerte, pero por dentro estaba destrozada. Andrés tampoco estaba mejor. Se sentía arrepentido por lo que había hecho, pero su orgullo le impedía pedir perdón.
Ambos cayeron en un círculo vicioso. No querían admitir sus errores, ni ser los primeros en hacer las paces. El muro entre ellos se hacía cada vez más grueso, aumentando la distancia entre los dos.