La habitación de la mansión Korhan se convierte en el epicentro de una tormenta de emociones. Kazim, con los ojos enrojecidos de ira, se lanza hacia Seyran como una bestia herida. Su furia estalla con una intensidad feroz, sin que la razón pueda contenerlo.
En ese instante, Suna, con el corazón lleno de amor por su hermana, no duda en interponerse entre ambos. Grita, intentando impedir que su padre dañe a Seyran. Kazim, cegado por la rabia, no se da cuenta de la acción de su hija. El fuerte empujón de Suna lo desequilibra, y él cae al suelo, golpeándose la cabeza contra el borde de una mesa.
Un grito de dolor resuena en toda la habitación. Todos quedan atónitos al ver a Kazim inmóvil en el suelo. Suna tiembla, sus ojos abiertos de par en par por el miedo. Ha salvado a Seyran, pero, ¿habrá matado accidentalmente a su propio padre?
La policía es llamada al lugar. Llevan rápidamente a Kazim al hospital en estado crítico. Toda la familia Korhan queda sumida en el dolor y el arrepentimiento. Seyran y Suna son acusadas de homicidio. Aunque varios testigos afirman que Kazim atacó primero a Seyran, las pruebas materiales no son suficientes para demostrarlo.
Seyran y Suna son detenidas. Deben enfrentar la sospecha y las críticas de la opinión pública. En prisión, las hermanas se mantienen unidas, apoyándose mutuamente para superar las dificultades. Se escriben cartas compartiendo sus miedos y esperanzas.
Mientras tanto, una investigación secreta se lleva a cabo. Un amigo cercano de la familia Korhan descubre un impactante secreto sobre el pasado de Kazim. Resulta que Kazim había estado casado antes de unirse en matrimonio con la madre de Seyran y Suna. Su primera esposa murió en circunstancias misteriosas.
Esta nueva evidencia abre una nueva línea de investigación. La policía comienza a sospechar que la muerte de la primera esposa de Kazim no fue un accidente. Creen que Kazim pudo haberla asesinado y luego intentado ocultar el crimen.