La Promesa – El Coraje de Jana: Superando el Miedo a la Diferencia

Jana se sintió extraña al llegar por primera vez a la mansión de la familia Luján. La habitación, amplia y lujosa, con camas de seda suaves y muebles finamente tallados, todo era nuevo y desconocido para ella. Aunque la familia la había preparado todo con esmero, desde ropa elegante hasta deliciosas comidas, Jana no podía evitar sentirse fuera de lugar. Venía de una familia humilde, donde todo era sencillo y cercano, mientras que aquí todo parecía estar lleno de ostentación, demasiado alejado de la vida que conocía.

En los primeros días, Jana solo permaneció en su habitación, sin atreverse a salir. Temía que su presencia molestara a la familia Luján. Cada vez que miraba por la ventana, sentía una soledad indescriptible. Aunque todos la trataban con mucha amabilidad, Jana sentía que no pertenecía a este lugar. Se preguntaba si sería capaz de asumir el nuevo papel que la familia Luján le había confiado.

Una noche, mientras estaba sola en su habitación, Jana escuchó, por casualidad, una conversación entre algunos sirvientes en el pasillo. Ellos no sabían que ella escuchaba, y las palabras que compartían llegaron directamente a su corazón.

“El estatus no lo es todo,” dijo uno de los sirvientes. “Podemos ser ricos materialmente, pero si nos falta la bondad, no somos más que una cáscara vacía. Una persona verdaderamente noble es aquella que sabe amar y compartir.”

Esas palabras fueron como una brisa fresca que tocó el alma de Jana. Se dio cuenta de que no tenía que temer ni sentirse inferior ante las diferencias entre ella y la familia Luján. El estatus, por importante que sea, no es todo en la vida. Lo que realmente importa es cómo enfrenta uno el nuevo mundo, con bondad y sinceridad.

Al día siguiente, Jana decidió salir de su habitación. Caminó con más confianza, aunque aún sentía algo de nerviosismo. Pero sabía que, mientras mantuviera un corazón lleno de bondad y tratara a los demás con sinceridad, encontraría su lugar en este nuevo mundo. Desde entonces, Jana ya no se sintió sola, sino llena de esperanza por un futuro brillante, en el que podría vivir y contribuir con su propio corazón.

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