Después de una reconciliación apasionada, Catalina y Pelayo se dieron cuenta de que no podían vivir el uno sin el otro. El amor entre ellos se volvió más fuerte que nunca, y decidieron que no dejarían que nada los separara. Comenzaron a planear su boda, con la esperanza de formalizar rápidamente su relación después de tantas pruebas. Catalina pensó que todo sería más fácil, pero pronto surgió un gran desafío.
La abuela de Pelayo, una mujer conservadora y estricta, no estaba contenta con la presencia de Catalina en la vida de su nieto. No creía en el amor entre ellos y siempre buscaba maneras de sabotear su relación. La abuela maquinó sembrar dudas y hacer que Pelayo se sintiera confundido, con la esperanza de que él abandonara a Catalina y regresara a los valores que ella consideraba importantes.
Catalina, aunque herida y enfrentando dificultades, no se echó atrás. Comenzó a enfrentar este desafío demostrando que su amor por Pelayo era lo suficientemente fuerte como para superar cualquier obstáculo. Con paciencia, le explicó a Pelayo sus sentimientos sinceros y el amor profundo que sentía por él. Las tensas conversaciones, las palabras sinceras y las acciones llenas de significado gradualmente hicieron que Pelayo se diera cuenta de que su abuela, aunque lo amaba, solo intentaba protegerlo a su manera.
Después de muchas pruebas, Pelayo finalmente decidió estar del lado de Catalina y proteger su amor frente a cualquier presión. Juntos superaron todas las dificultades y estuvieron listos para recibir un futuro juntos, sin que nadie ni nada los separara. Su boda no solo fue el final de un largo viaje lleno de obstáculos, sino también la afirmación de que el amor verdadero puede superar cualquier desafío.