La Culpa de un Padre: El Desgaste de la Confianza de Julia

Jesús estaba sentado en el suelo, mirando fijamente la puerta cerrada. El llanto desconsolado de Julia llegaba desde el otro lado, como cuchillos clavados en su corazón. ¿Qué había hecho él para hacer que su pequeña hija tuviera tanto miedo?

Todo comenzó con un pequeño accidente. Mientras jugaba, Julia rompió sin querer el jarrón favorito de su madre. Temiendo la reacción de su madre, la niña se escondió debajo de la cama. Jesús, en su enfado, intentó sacarla, pero cuanto más lo intentaba, más Julia se resistía.

Luego, una serie de eventos empeoraron aún más las cosas. En su pánico, Jesús empujó accidentalmente la puerta con fuerza, golpeándola contra la pared. El ruido hizo que Julia se asustara tanto que gritó y llamó a la enfermera. Jesús, rápidamente, intentó explicarle a la enfermera que no tenía la intención de hacerle daño a su hija, pero ella aún no le creyó.

Sintiendo que era incomprendido e impotente, Jesús intentó calmar a Julia, pero ella siguió manteniendo la distancia. Él se sentó junto a su cama durante horas, contándole historias, cantándole, pero todo fue inútil. Julia se quedó en silencio, con la mirada fija en una esquina de la habitación.

Finalmente, incapaz de soportarlo más, Julia explotó. Se levantó, las lágrimas corriendo por su rostro, y gritó a Jesús: “¡Te tengo miedo! ¡No quiero estar cerca de ti!” Esa frase fue como un cuchillo clavado en el corazón de Jesús. Se sintió como el peor criminal del mundo.

Jesús trató de explicarse, pero Julia no quería escuchar. Ella lo acusó de haber intentado hacerle daño a ella y a la enfermera. Jesús estaba destrozado. Se dio cuenta de que había perdido la confianza de su hija.

En un último intento, Jesús se arrodilló frente a Julia y le pidió perdón. Le dijo que la amaba mucho y que nunca le haría daño. Sin embargo, Julia aún no le creyó. Asustada, corrió fuera de la habitación, dejando a Jesús solo en la habitación vacía.

Jesús bajó la cabeza, con las lágrimas corriendo por su rostro. Sentía que había fracasado por completo como padre. Había herido a la hija que más amaba.

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