Ferit, con el corazón lleno de determinación, había ideado un plan audaz para salvar a Suna de su trágico destino. Estaba convencido de que solo una fuga arriesgada podría llevar a Suna a un lugar seguro. Junto con Seyran, su esposa leal y siempre dispuesta a apoyarlo, Ferit partió hacia la casa de Kazim.
Mientras Ferit trataba de distraer a Kazim con conversaciones superficiales, Seyran se deslizaba silenciosamente hacia la zona restringida. Su corazón latía con fuerza por el miedo, pero la determinación de rescatar a su amiga le dio el coraje para superar su temor. En la oscuridad, Seyran encontró a Suna acurrucada en un rincón, sus ojos llenos de pavor.
Con la ayuda de Seyran, Suna rápidamente reunió lo necesario y, juntas, salieron sigilosamente de la habitación donde estaba confinada. Se movían en la oscuridad, cada paso cuidadosamente dado para no ser descubiertas. Cada ruido, por pequeño que fuera, hacía que sus corazones latieran con más fuerza.
Mientras tanto, Ferit trataba de alargar la conversación con Kazim. Hizo preguntas complicadas, lo que obligó a Kazim a pensar, impidiéndole prestar atención a los ruidos extraños provenientes de la parte trasera de la casa.
Tras escapar de la casa de Kazim, Suna y Seyran pronto se encontraron con Abidin, quien las esperaba afuera. Abidin, con su dedicación y lealtad, había preparado un lugar seguro para Suna en la casa de Pelin.
Al llegar, Pelin recibió a Suna con los brazos abiertos. Pelin, la amiga cercana de Suna, siempre había estado preocupada por ella y estaba dispuesta a ayudarla en cualquier circunstancia. En ese lugar, Suna finalmente se sintió segura y protegida.