Después de escapar de la persecución de Kazim, Suna encontró un refugio seguro en la casa de Pelin. Allí, fue recibida con calidez y afecto sincero. En especial, Abidin, el leal chófer de Ferit, estuvo siempre a su lado, cuidándola y protegiéndola.
Durante los días de esconderse, Suna y Abidin pasaron mucho tiempo juntos. Compartieron historias sobre sus vidas y el dolor que habían sufrido. Abidin escuchaba mientras Suna le contaba sobre su pasado doloroso y sus sueños enterrados. Por su parte, Suna sentía la calidez y sinceridad de Abidin, un hombre siempre dispuesto a escuchar y compartir.
Poco a poco, los sentimientos entre ellos fueron más allá de la amistad. Suna se dio cuenta de que Abidin no solo era un amigo, sino también un hombre bondadoso y confiable. Abidin también se sintió atraído por la fuerza y la determinación de Suna. Sentía la responsabilidad de protegerla y de traerle felicidad.
Sin embargo, su amor también tuvo que enfrentarse a muchas dificultades. Las diferencias de estatus social, la oposición de sus familias y el miedo al futuro eran grandes obstáculos. Abidin solía sentirse inseguro, pensando que no era digno de Suna. Suna, por su parte, temía que su amor no fuera aceptado.
Mientras tanto, Kazim no renunció a la idea de encontrar a Suna. Envió personas a buscarla por todas partes. Cada vez que llegaban rumores sobre Suna, Abidin se sentía ansioso y temeroso. Estaba decidido a proteger a Suna a toda costa, incluso si debía enfrentarse al peligro.