En el almacén húmedo, el sonido de las cajas chocando entre sí se mezclaba con los gruñidos de Şefika. Ella no paraba de quejarse por la escasez de alimentos, mirando a su alrededor como si estuviera buscando a alguien a quien culpar.
“No puedo entenderlo, ¿cómo puede faltar tanta comida? ¡Parece que alguien está robando!” dijo Şefika, con un tono ácido.
Sultan, de pie al lado, escuchaba en silencio. Las quejas de Şefika provocaron en ella un recuerdo doloroso. Recordó las noches en que Ferit, borracho, se escabullía al almacén. Sultan, con su corazón lleno de perdón, siempre estuvo allí para él, cuidándolo, y a veces, cruzaban los límites. Esos momentos, que habían sido un secreto compartido entre ellos, ahora se volvían claros en su mente.
“¡Seguro que es por culpa de Seyran!” Sultan murmuró, con la voz temblorosa. Intentó culpar a Seyran, la nuera que no soportaba, para ocultar su propio pasado.
Şefika se rió con desdén, sin creer ni una palabra de lo que Sultan decía. “¿Seyran? ¿Cómo va a llevarse la comida del almacén? ¡Ella está ocupada con sus cosas, maquillándose y saliendo!”
Sultan se sintió enojada y avergonzada. Había revelado torpemente su pasado. Sabía que no podía cambiar nada, pero aún intentaba justificar sus acciones.
“¡No entiendes! ¡Seyran es una chica astuta, hará lo que sea para conseguir lo que quiere!” dijo Sultan, con la voz cada vez más alta.
Şefika negó con la cabeza, sin querer escuchar más. Se dio la vuelta y siguió revisando las mercancías. Sultan se quedó allí, sola y llena de remordimiento. Se dio cuenta de que había intentado esconder su pasado tanto tiempo que se había convertido en una carga pesada sobre su alma.
En ese momento, Sultan entendió que necesitaba enfrentar su pasado. Tenía que perdonarse a sí misma y a Ferit. También comprendió que echarle la culpa a otros no resolvería nada. Necesitaba encontrar una manera de superar las heridas y comenzar una nueva vida.
Sultan salió del almacén con el corazón pesado. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero estaba lista para enfrentarlo. No dejaría que su pasado la persiguiera más.
Mientras tanto, Şefika seguía con su trabajo, ajena a los tormentos internos de Sultan. Solo le preocupaba encontrar al responsable de la escasez de comida, sin importarle si eso dañaba a otras personas o no.