En un intento de escapar de las miradas inquisitivas de la familia y las responsabilidades que los persiguen, Ferit aprovechó la oportunidad para acercarse a Seyran y así poder conocerse mejor en un ambiente más relajado.
Desde el momento en que Seyran subió al yate, sintió una mezcla de nerviosismo y emoción. La idea de estar rodeada de agua la hacía sentir algo vulnerable. Al notar esto, Ferit intentó romper el hielo con su característico humor.
Con los primeros minutos de duda, Seyran empezó a relajarse, cerrando los ojos y disfrutando del sol sobre su rostro. Sin embargo, la tranquilidad fue interrumpida cuando un barco cercano hizo sonar su bocina, y Seyran, sorprendida, tomó la mano de Ferit por instinto.
Ese gesto sacó una sonrisa en Ferit. Para él, ese momento fue una señal de que, a pesar de las circunstancias que los unían, existía una conexión especial entre ellos. Ferit la observaba, mientras Seyran trataba de ocultar una pequeña sonrisa de nervios.
Esas emociones iniciales, fugaces pero intensas, encendieron una chispa difícil de ignorar. Ya no había una distancia cautelosa; ahora, entre ellos parecía haber un paso adelante, una conexión invisible que comenzaba a unir sus corazones en el camino de su destino compartido.