Suna se escondía en un rincón oscuro, su corazón latiendo con fuerza. Kazim, su padre autoritario, gritaba exigiendo que regresara. Todas las salidas parecían estar bloqueadas. Justo en ese momento, una mano fuerte la sacó de la sofocante habitación. Era Ferit, su amigo cercano de la infancia.
Ferit había estado siguiendo a Suna desde hacía mucho tiempo y comprendía bien las dificultades que ella enfrentaba. Al enterarse de que Suna estaba retenida, no dudó en planear su rescate. Sin mucho tiempo para pensar, la llevó a la casa de su novia, un lugar donde Kazim difícilmente podría encontrarla.
En la pequeña y acogedora habitación, Suna finalmente se sintió a salvo. Miró a Ferit con ojos llenos de gratitud. Ferit le sonrió y la consoló: “No te preocupes, todo estará bien. Saldremos de esta juntos.”
Durante los días siguientes, Suna y Ferit vivieron escondidos en la pequeña casa. Juntos, planearon el futuro. Ferit ayudó a Suna a encontrar trabajo y un pequeño apartamento. La nueva vida era difícil, pero ambos se esforzaron para adaptarse.
Con el tiempo, el vínculo entre Suna y Ferit se hizo más profundo. Habían pasado por muchas dificultades juntos, y eso les ayudó a entenderse mejor. Suna se dio cuenta de que Ferit no solo era un amigo, sino un hombre bondadoso y confiable.
Sin embargo, su felicidad no duró mucho. Kazim descubrió el paradero de Suna. Fue a buscarla y amenazó a ambos. Suna estaba aterrada, pero Ferit se mantuvo sereno. Le dijo a Suna: “No te preocupes, quédate aquí, yo me encargaré de todo.”
Ferit ya había planeado cómo enfrentarse a Kazim. Se puso en contacto con la policía y les pidió ayuda. Cuando Kazim llegó, la policía irrumpió y lo arrestó.