Después de un enfrentamiento tenso, cuando todo parecía al borde de la ruptura, Pelin sintió que no podía seguir viviendo con el sufrimiento y la falta de comprensión. Decidió escribir una larga carta a Ferit, donde plasmó todos los sentimientos que nunca había expresado, todo lo que había soportado durante todo ese tiempo. Contó sobre el miedo, la restricción y las pequeñas esperanzas que se habían aplastado bajo el control excesivo de él. No lo odiaba, pero necesitaba explicarle, necesitaba que Ferit entendiera que su partida no era una traición, sino un paso necesario para poder encontrarse a sí misma.
Ferit recibió la carta y se quedó sentado en su habitación, con la mirada fija en cada palabra. Cada frase de Pelin le atravesaba el corazón como una daga. Él había estado tan centrado en su poder y control, que nunca se dio cuenta de los daños que había causado a la mujer que amaba. Por primera vez, Ferit sintió un verdadero arrepentimiento. Los sentimientos que nunca había experimentado antes comenzaron a surgir. Quería ir corriendo a ver a Pelin, con la esperanza de que ella volviera y lo perdonara.
Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, Seyran apareció. Entró, con los ojos profundos, llenos de comprensión. Sabía que Ferit estaba luchando con sus emociones, pero también sabía que lo que Pelin necesitaba no era su arrepentimiento, sino la oportunidad de vivir una vida sin estar controlada por nadie más. Puso su mano en el hombro de Ferit y dijo:
“Ferit, Pelin no necesita tu perdón ni tu arrepentimiento. Ella necesita libertad, necesita una vida en la que no tenga que vivir a la sombra de nadie. Si la amas, debes dejarla ir, dejarla encontrar su propio camino.”
Las palabras de Seyran fueron como una bofetada en la mente de Ferit. Miró a los ojos de su amiga y entendió que, a veces, amar a alguien no es retenerlo, sino dejarlo ir. Finalmente se dio cuenta de que soltarla era el mayor acto de amor que podía hacer por Pelin.
Ferit se levantó, sintiendo una profunda tristeza, pero también una extraña paz. Decidió que ya no iba a impedirle a Pelin nada más. La dejaría ir, para que encontrara su propio camino. Y aunque su corazón doliera, sabía que esa era la decisión correcta. Pelin tendría su vida, y Ferit, aunque sufriera, aceptaría eso porque comprendió que el verdadero amor es la libertad.