Marta estaba sentada en silencio en su pequeña habitación, con las manos apretando fuertemente el viejo pañuelo que Fina le había dado hacía mucho tiempo. La sensación de ansiedad crecía en su interior, haciendo que cada latido de su corazón fuera más rápido. El tiempo parecía estirarse interminablemente, y en ese espacio silencioso, solo se oía el suave susurro del viento a través de la ventana. Marta sabía que su vida pendía de un hilo entre la esperanza y la desesperación, pero una pequeña chispa de luz comenzaba a brillar en la oscuridad.
Finalmente, se oyeron pasos y Fina entró en la habitación. Sus ojos brillaban de esperanza, una alegría que Marta había estado esperando durante tanto tiempo. Sin necesidad de palabras, solo una mirada, Marta supo que algo importante había sucedido. Fina tomó su mano, con los ojos llenos de lágrimas. No pudo contener las emociones, porque finalmente, después de tantos días oscuros, una chispa de esperanza había vuelto.
“Fina, no puedo creerlo… Andrés ha encontrado un abogado para ti. ¡Esta persona ha aceptado defenderte!” dijo Marta, su voz entrecortada por la emoción. No sabía cómo expresar lo que sentía, cuando los días de espera y sufrimiento que parecían interminables finalmente podían terminar.
Fina se quedó en silencio, sin decir nada, solo apretando más la mano de Marta. Las lágrimas caían, pero no por tristeza, sino por felicidad al saber que finalmente tenían una oportunidad.
“¿Eso significa que… la hija de Isidro pronto saldrá de la cárcel?” preguntó Fina, con la voz temblorosa. Marta la miró, su corazón apretado. La pregunta de Fina estaba llena de preocupación y esperanza. Aunque todo aún estaba borroso y no claro, en sus corazones, una llama de esperanza comenzaba a brillar.
Marta tragó en seco, incapaz de responder de inmediato. No podía decir nada, ya que todo seguía siendo incierto. Sin embargo, incluso en la oscuridad, sabían que esta era la única oportunidad para cambiar su destino. Pero una preocupación seguía rondando en su mente: ¿sería realmente este abogado lo suficientemente capaz para defenderlas? ¿O solo sería otro juego político de aquellos que estaban detrás de este caso, un juego que no dejarían pasar fácilmente?
La habitación seguía en silencio, pero una sensación de tensión flotaba entre ellas. La esperanza seguía viva, pero la oscuridad no era fácil de dejar atrás. Marta sabía que el camino por delante seguiría siendo difícil, y una pregunta persistía en su mente: ¿Realmente podrían escapar de esta oscuridad?