Después de la tensa reunión en la que Halis desheredó a Ferit, una sensación de humillación profunda invadió al joven. Nunca imaginó que la relación con su abuelo, un hombre al que siempre había admirado, llegaría a este punto. Las palabras de Halis, tan duras y frías, quedaron grabadas en su mente. Sin embargo, lejos de dejarse consumir por la rabia o el resentimiento, Ferit sintió una determinación creciente de cambiar. Decidió que, si no podía ganarse el amor de su abuelo por medio de sus palabras, lo haría a través de sus acciones. En secreto, comenzó a trabajar en un proyecto que demostrara su capacidad para ser responsable y honesto, un proyecto que mostraría a todos, y especialmente a Halis, que él podía ser digno de confianza.
Mientras tanto, Seyran, quien sabía que había jugado un papel clave en la traición a Ferit, comenzó a sentirse culpable. Aunque no podía revertir el daño que había causado al ceder a la presión de Halis, no podía dejar a Ferit enfrentarse solo a las consecuencias. En silencio, sin que él lo supiera, comenzó a ayudarlo en su proyecto. Le proporcionaba recursos, le daba consejos y, de alguna manera, se convirtió en la sombra que lo apoyaba, asegurándose de que pudiera avanzar sin que su abuelo se enterara.
Con el tiempo, el proyecto de Ferit cobró forma. No era solo una idea brillante, sino que también reflejaba la madurez y el esfuerzo de un joven que había aprendido a enfrentar sus errores. Trabajó día y noche, demostrando que podía ser confiable y comprometido. Sin embargo, su secreto no duró mucho. Halis, al enterarse de los progresos de Ferit, comenzó a sentirse intrigado. Decidió investigar por sí mismo, y al descubrir lo que su nieto había estado haciendo en secreto, la sorpresa lo golpeó como un rayo. Por primera vez, Halis comenzó a cuestionarse si había sido demasiado severo con Ferit. La imagen de un joven irresponsable y rebelde que tenía en su mente comenzó a desmoronarse.
El descubrimiento de Halis fue el punto de inflexión para la familia. A pesar de las tensiones y los conflictos, la transformación de Ferit trajo una chispa de esperanza. Halis, sintiendo una mezcla de orgullo y arrepentimiento, se dio cuenta de que, aunque el camino hacia la reconciliación sería largo, había algo que valía la pena salvar: la capacidad de cambiar y de redimir los errores. A partir de ese momento, la familia comenzó a sanar lentamente, reconociendo que las segundas oportunidades y el perdón eran los cimientos de una nueva etapa. El futuro de Ferit ya no estaba marcado por la humillación, sino por la esperanza de una vida nueva, llena de responsabilidad y honor.