Sueños de libertad: La amenaza en la sombra, Santiago no se ha ido

Cuando Santiago huyó, Fina rápidamente cerró la puerta y se agachó, tratando de calmar su respiración entrecortada. Cada sonido a su alrededor parecía volverse más aterrador, como si la oscuridad misma estuviera a punto de engullirla. Ella llamó a Marta, esperando que su amiga pudiera darle algo de consuelo.

Cuando Marta llegó, se arrodilló junto a Fina, la abrazó con fuerza y le susurró palabras de apoyo. Pero a pesar de la compañía de Marta, el miedo seguía apoderándose de Fina. Decidieron no quedarse quietas. Si Santiago había estado allí, tal vez había dejado alguna pista. Con determinación, ambas comenzaron a revisar el lugar, buscando cualquier señal de su presencia.

En una esquina oscura de la tienda, entre unas cajas viejas, encontraron una pequeña foto de Fina. La imagen parecía una foto antigua, algo que ella no recordaba haber visto antes. Con las manos temblorosas, Fina levantó la foto y vio lo que estaba escrito en la parte de atrás: “Volveré”. Las palabras, garabateadas de manera apresurada, fueron como un golpe directo a su estómago. El temor recorrió su cuerpo, la amenaza de Santiago se hacía cada vez más real.

Ambas se quedaron en silencio por un momento, asimilando el hallazgo. El miedo comenzó a calar hondo en Fina, como una sombra que no podía liberarse. Marta apretó el hombro de Fina, intentando darle fuerzas, aunque ella misma estaba asustada.

“No tengas miedo. Él no podrá hacerte nada. Vamos a llamar a la policía,” dijo Marta con firmeza, tratando de transmitir confianza a su amiga.

Pero Fina no podía dejar de sentirse vulnerable. No importaba lo que Marta dijera, el miedo seguía creciendo dentro de ella. Esa sensación de que Santiago estaba cerca, observando cada uno de sus movimientos, no la abandonaba. El terror que había sentido al principio solo se intensificaba con cada palabra, cada gesto. El pensamiento de que Santiago podría volver, de que todo no había terminado, la mantenía atrapada en un círculo de ansiedad.

Aunque Marta había hecho todo lo posible por calmarla, Fina sabía que la amenaza era real, y que lo peor aún podría estar por venir.

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