La Promesa: De Sirvientes a Marqueses, El Viaje de los Modales

Cruz observaba cómo Rómulo y Petra, tras convertirse en marqueses, intentaban adaptarse a su nueva vida en la alta sociedad. Aunque su posición había cambiado, sus modales seguían siendo los de los antiguos sirvientes, y eso preocupaba a Cruz. Decidió, entonces, que era su responsabilidad enseñarles las reglas básicas de etiqueta. Con paciencia, comenzó a explicarles cómo usar los cubiertos correctamente, aunque la confusión entre ellos era evidente. Rómulo, que nunca había sido muy hábil con los utensilios, se mostró perdido, mientras que Petra, por su parte, casi derramaba el vino al intentar sostener la copa de manera equivocada.

Las lecciones no mejoraron mucho en los días siguientes. Cuando Cruz intentó enseñarles a bailar, los resultados fueron aún más desastrosos. Rómulo pisaba constantemente los pies de Petra, y ella, descoordinada, apenas lograba mantenerse en pie. Cruz trataba de ser paciente, pero la situación se volvía cada vez más cómica. A pesar de los esfuerzos, los marqueses no lograban encajar en los rígidos pasos de la danza de la nobleza.

A pesar de los errores y las torpezas, las clases de Cruz servían para algo más que para enseñar buenos modales. A lo largo de las lecciones, los tres comenzaron a reírse de sus propios fracasos, entendiendo que la perfección no era lo más importante. Cada vez que terminaban una clase, ya fuera de etiqueta, baile o conversación, el ambiente se relajaba y todos compartían una sensación de camaradería que fortalecía su relación. La risa se convirtió en una parte esencial de las lecciones, y Cruz sabía que ese era el verdadero objetivo.

Finalmente, Rómulo, tras una sesión especialmente caótica, reflexionó: “Tal vez no seamos los mejores en la mesa o en el baile, pero no importa, ¿verdad?” Cruz sonrió y respondió: “No. Lo más importante es cómo nos tratamos unos a otros.” Así, los tres comprendieron que, aunque nunca serían los más elegantes o perfectos en sociedad, la autenticidad y el respeto mutuo eran las mejores lecciones de etiqueta que podían aprender.

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