Cruz regresó de la fiesta de los Condes de Urbizu con el rostro tenso, aún resonando en su mente las risas y las conversaciones que había presenciado aquella noche. Pero al llegar al palacio, la noticia que le dieron sobre Rómulo y Pía trabajando para los Duques de los Infantes la dejó estupefacta. La cólera surgió de inmediato, sus ojos se llenaron de ira. ¿Cómo había sido posible? Se sentó en una silla con rabia contenida y, al mirar a Petra, no pudo evitar acusarla.
—¡Esto es tu culpa! ¡Nunca investigaste lo suficiente! —exclamó, furiosa.
Petra, aunque visiblemente afectada por la furia de Cruz, intentó mantener la calma. Sin embargo, la tensión aumentaba en el ambiente. Alonso, al ver la situación, se acercó para intervenir.
—Cruz, debes calmarte. Recuerda que los problemas empezaron por tu propia actitud, no por la falta de investigación de Petra —dijo, intentando suavizar el tono, pero su voz también revelaba el cansancio por la situación.
Mientras tanto, en otro rincón del palacio, Petra y Martina se reunieron en privado con Alonso. Con voces bajas y temblorosas, le revelaron una verdad que lo dejó completamente desorientado: Ayala, alguien en quien Alonso confiaba profundamente, tenía oscuros secretos que ahora salían a la luz. Petra, visiblemente afectada por la revelación, le contó lo que había descubierto sobre las traiciones de Ayala, algo que cambiaría para siempre la relación entre todos en el palacio.
La noticia cayó como un rayo sobre Alonso. Su rostro se oscureció de furia, y sin pensarlo dos veces, se dirigió a la sala principal. Allí, confrontó al Conde con un rostro implacable.
—Te exijo que abandones este palacio —dijo, su voz firme, como una sentencia. —No hay lugar para secretos ni traiciones aquí. Ya basta.
El Conde, atónito por la intensidad de la reacción, no pudo más que guardar silencio. Pero Alonso no dio marcha atrás. Sabía que las sombras del pasado no podían seguir acechando su presente, y estaba dispuesto a tomar las riendas de la situación, sin importar a quién tuviera que enfrentarse.