La Promesa: El Palacio al Borde del Colapso, La Boda que Desata el Caos

El aire en el palacio era sofocante, no por el calor, sino por la tensión que se podía cortar con un cuchillo. La inminente boda de Curro, que debía ser un motivo de celebración, se había convertido en una fuente de conflictos interminables. En el gran salón, Manuel y José Juan alzaban la voz, sus palabras llenas de reproches.

“¡No entiendes lo que está en juego!” gritó Manuel, golpeando la mesa con el puño.
“¿Y tú sí? Siempre tomas decisiones como si fueras el único que importa en esta familia,” respondió José Juan con dureza, acercándose un paso más hacia su hermano.

En otra esquina, Curro discutía con Lorenzo. Aunque la voz de Curro era más moderada, el tono no ocultaba su frustración. “Lorenzo, esto no es solo mi boda. Es un acuerdo que afecta a todos. No puedo romperlo ahora.” Lorenzo negó con la cabeza, sus labios apretados. “Es fácil para ti decir eso. Tú no tienes que lidiar con las consecuencias de esta farsa.”

Mientras tanto, Julia caminaba lentamente por los pasillos, su expresión serena era un contraste deliberado con el caos que reinaba a su alrededor. Aunque fingía no estar involucrada, su mente trabajaba sin descanso. Sabía muy bien que el acuerdo matrimonial implicaba un intercambio económico significativo, uno que podría poner en peligro el futuro de la familia si algo salía mal.

Los trabajadores del palacio no estaban ajenos al conflicto. Desde las cocinas hasta los establos, susurros nerviosos recorrían los pasillos. “Si siguen así, este lugar se vendrá abajo,” comentó una de las cocineras a su compañera, mientras ambas miraban de reojo hacia el gran salón. Incluso el mayordomo principal, siempre impecable en su compostura, parecía llevar un peso adicional en los hombros.

Era como si el palacio mismo reflejara la fractura en la familia. Las paredes, que una vez parecían imponentes y sólidas, ahora parecían frágiles, como si pudieran derrumbarse bajo la presión de tantos conflictos. Y mientras los gritos resonaban en cada rincón, una pregunta se hacía cada vez más evidente: ¿podría esta familia resistir la tormenta que ellos mismos habían creado?

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