La Promesa: María y los Marqueses – Un Mundo de Injusticias Soñado

María Fernández despertó en mitad de la noche, sintiendo algo extraño. Había tenido un sueño peculiar, uno que parecía haber trastocado todo lo que ella conocía de su vida. En este sueño, todos los roles en La Promesa estaban invertidos de manera asombrosa. María ya no era la sirvienta; en cambio, se veía a sí misma como la hija de los Marqueses, una de las familias más poderosas de la región. Todo a su alrededor parecía extraño y lleno de poder.

En el sueño, Cruz y Alonso, sus amos en la vida real, se convirtieron en sirvientes diligentes, inclinándose ante ella como si fueran sus criados leales. No pudo evitar reírse al ver a Cruz, la mujer poderosa que siempre mantenía una actitud severa, ahora ocupada limpiando y cocinando, mientras que Alonso corría de un lado a otro atendiendo sus necesidades. Ellos eran los empleados, mientras ella, ahora una joven aristocrática, estaba en una posición de superioridad, observándolos desde arriba con asombro.

Lo más extraño era que Don Rómulo y Petra, dos personas que en la realidad solo eran sirvientes comunes, se convertían en los Marqueses, sentados en un trono de poder, dando órdenes a todos a su alrededor. Rómulo, con su expresión seria y su porte imponente, ahora parecía un rey, mientras que Petra, la mujer siempre amable y abierta, comandaba a los sirvientes con una confianza arrolladora. Esta escena hizo que María se riera, pero también le causó inquietud pensar en el giro tan rápido de los roles en la vida.

No solo eso, Catalina y Martina, las personas que siempre la habían cuidado y atendido, ahora eran las sirvientas, trabajando incansablemente en los grandes pasillos de La Promesa. María no pudo evitar sentir algo de culpa y tristeza al verlas, a ellas que siempre se habían ocupado de ella, ahora sometidas a trabajos agotadores bajo las órdenes de otros.

Cuando el sueño comenzó a desvanecerse y María se despertó, aún sentía una extraña sensación en su pecho. Ese sueño no solo le había provocado risa, sino que también la hizo reflexionar profundamente sobre la injusticia en la vida real. ¿Por qué las personas deben sufrir discriminación en la sociedad? ¿Por qué hay una clara división entre los ricos y los pobres, entre quienes sirven y quienes son servidos? Aunque el sueño de María fue solo un juego de su mente, dejó una pregunta difícil de responder sobre los prejuicios y las injusticias que existen a su alrededor.

Ese sueño peculiar cambió la forma en que María veía la vida. Se dio cuenta de que, aunque los roles de las personas puedan cambiar en un sueño, en la realidad, solo el respeto y la justicia pueden borrar las barreras entre los seres humanos.

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