Cruz estaba sentada en su despacho, su mirada tan fría como un cuchillo, mientras la ira ardía en su interior. Las noticias que acababa de escuchar eran un golpe devastador: Don Rómulo y Doña Pía, dos de los sirvientes más confiables de su familia, resultaron estar trabajando para su enemigo acérrimo, el Duque de la casa Infantes. Esto era algo inaceptable. Durante años, las familias Cruz e Infantes habían sido enemigas juradas, y los conflictos entre ambas se habían extendido a lo largo de generaciones. El hecho de que Rómulo y Pía traicionaran a su familia era algo que no podía perdonarse.
No podía quedarse de brazos cruzados viendo cómo estos dos se alejaban de ella, así que Cruz decidió actuar. Planeó una estrategia para recuperar el control sobre aquellos en quienes más confiaba. La única manera de traerlos de vuelta a La Promesa, la mansión de los Cruz, era ofrecerles un futuro atractivo y prometedor: una fiesta lujosa en La Promesa, donde les ofrecería mejores condiciones de trabajo, privilegios que nunca habían tenido sirviendo a la familia Infantes.
Con un plan meticulosamente trazado, Cruz comenzó a preparar la fiesta, organizando todo, desde el menú hasta los invitados, asegurándose de que todo fuera perfecto. Sabía que esa sería su única oportunidad para atraer de nuevo a Rómulo y Pía a su bando. Pero en el fondo, Cruz no podía evitar preocuparse: ¿aceptarían volver a su lado, recordando los días difíciles que pasaron juntos, o seguirían siendo leales a sus nuevos amos, que les habían ofrecido una vida diferente?
La fiesta se llevó a cabo en un ambiente elegante y fastuoso, con risas y música de piano resonando en los vastos salones de La Promesa. Rómulo y Pía, aunque ya acostumbrados a los rituales de la familia Infantes, no pudieron evitar sorprenderse por la magnificencia de la fiesta que Cruz había preparado. Sin embargo, en su interior, luchaban consigo mismos: ¿podrían regresar con Cruz, quien los había cuidado durante tiempos difíciles, o se mantendrían leales a la familia Infantes, donde ahora se sentían cómodos y tratados de una manera diferente?
Solo el tiempo respondería esa pregunta, y cada elección tendría consecuencias impredecibles.