Mientras el ambiente de la boda de Claudia y Mateo estaba lleno de risas y alegría, en una habitación privada se llevaba a cabo una reunión tensa. Las dos familias más poderosas de la región, De la Reina y Merino, discutían un nuevo proyecto empresarial.
Damián, el líder de la familia De la Reina, un hombre inteligente y ambicioso, había presentado una propuesta audaz: asociarse con Jesús y Don Pedro, dos hombres que poseían un famoso baño de vapor tradicional. Damián había visto el gran potencial de combinar el negocio del baño de vapor con otros servicios de su familia.
Sin embargo, la propuesta de Damián enfrentó una fuerte oposición de la familia Merino. Doña Elena, la líder de la familia Merino, aún guardaba un profundo resentimiento hacia Jesús. Ella creía que Jesús había aprovechado la oportunidad para “robar” el negocio del baño de vapor de su familia muchos años atrás.
“No puedo aceptar asociarme con un estafador como él”, dijo doña Elena con frialdad. “Ha causado demasiado sufrimiento a nuestra familia”.
Damián intentó explicar que el pasado había quedado atrás y que esta asociación traería beneficios a ambas familias. Sin embargo, doña Elena no cambió de opinión, y los demás miembros de la familia Merino estuvieron de acuerdo con ella.
La reunión se volvió más tensa que nunca. Las discusiones se tornaron cada vez más acaloradas. Damián se sintió frustrado y enfadado. No entendía por qué doña Elena era tan obstinada.
En medio de la discusión, apareció un hombre mayor. Era Don Pedro, el padre de Jesús. Había estado observando todo desde el principio. Don Pedro miró a los ojos de doña Elena y dijo: “Doña Elena, sé que aún está enojada conmigo. Pero le ruego que piense en el futuro de nuestros nietos. Esta colaboración beneficiará a ambas familias”.
Las palabras de Don Pedro tocaron el corazón de doña Elena. Recordó los momentos difíciles que había atravesado su familia y se dio cuenta de que aferrarse al rencor no beneficiaría a nadie.
Después de reflexionar un rato, doña Elena finalmente aceptó colaborar. Tomó la mano de Jesús y dijo: “Te perdono”.
La reunión terminó en un ambiente de armonía. Las dos familias dejaron de lado los resentimientos del pasado y miraron juntas hacia el futuro. La boda de Claudia y Mateo se convirtió en un momento clave, marcando el inicio de una nueva relación de cooperación entre las dos familias.