Miriam siempre sintió una extraña atracción cuando estaba cerca de Joaquín. Sus gestos de cariño, sus dulces palabras hacían que su corazón latiera más rápido. Joaquín, con su aspecto atractivo y personalidad cálida, siempre sabía cómo hacer que los demás se sintieran cómodos. Miriam no podía negar la profunda admiración que sentía por él.
Cada vez que estaba cerca de Joaquín, Miriam sentía que era como una joven inocente, siempre esperando sus gestos de cariño. Le gustaba escuchar sus historias divertidas, le encantaba contemplar su mirada cálida. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, Miriam aún tenía dudas.
Se preguntaba si esos sentimientos eran realmente amor o si solo era admiración por un hombre perfecto. Miriam temía que, si dejaba que esos sentimientos crecieran, la relación de amistad cercana entre ellos se vería afectada. No quería perder a un buen amigo como Joaquín.
En las noches de insomnio, Miriam se sentía aún más confundida. Intentaba evitar a Joaquín, pero su corazón la empujaba a acercarse a él. Finalmente, decidió hablar con Joaquín de manera honesta sobre lo que sentía.
Una tarde tranquila, Miriam se acercó a Joaquín. Había preparado un largo discurso para expresar todo lo que sentía. Pero al verlo, las palabras se le quedaron atascadas en la garganta. En su lugar, simplemente dijo: “Joaquín, yo… no sé cómo expresarlo. Pero valoro mucho nuestra amistad.”
Joaquín la miró con ojos llenos de comprensión. Sabía que Miriam intentaba decir algo importante. Con suavidad, tomó su mano y dijo: “Miriam, entiendo lo que sientes. Pero mantengamos nuestra relación como está. Eres una gran amiga para mí.”
Miriam se sintió aliviada al escuchar esas palabras. Sabía que Joaquín también valoraba su amistad. Sin embargo, en su corazón, aún quedaba una pequeña tristeza.
Con el paso del tiempo, Miriam empezó a aceptar la realidad. Se dio cuenta de que sus sentimientos hacia Joaquín podrían haber sido solo un momento pasajero. Lo más importante era la sincera amistad que habían construido.