Seyran permaneció en silencio, enfrentándose a su furia. Sabía que si decía la verdad, Suna estaría en aún mayor peligro. Desafió la mirada de Kazim, sin mostrar miedo.

La furia de Kazim explotó. Agarró a Seyran, la lanzó sobre la cama y comenzó a golpearla. “¡Vas a hacerme un asesino!” – gritó, con los ojos inyectados en sangre.

En ese momento crítico, Suna, que se había estado escondiendo en una esquina oscura de la habitación, apareció de repente. Sostuvo una pesa pesada y la golpeó fuertemente en la cabeza de Kazim. Él cayó al suelo, inconsciente.

Ferit, que había estado vigilando desde fuera, irrumpió inmediatamente al romper la puerta. Evaluó rápidamente la situación y rompió una lámpara, creando una escena que parecía un accidente. “Diremos que fue un accidente.” – dijo Ferit con voz fría.

Después de que Kazim fuera llevado al hospital, Seyran y Ferit discutieron el siguiente paso. Sabían que, si Kazim despertaba, representaría una gran amenaza para ellos. Por lo tanto, decidieron que debían encontrar la manera de asegurarse de que Kazim nunca pudiera hacerles daño nuevamente.

Mientras tanto, la policía llegó al lugar para investigar el incidente. Concluyeron que Kazim se había caído y había perdido el conocimiento al chocar con la lámpara. Sin embargo, Seyran y Ferit sabían que la verdad no era tan sencilla. Debían mantenerse alerta y preparados para enfrentar los desafíos que se avecinaban.