Doña Amalia, la poderosa duquesa de Carril, le informó a Lorenzo que debía suspender sus visitas a La Promesa. Su esposo, un hombre celoso y controlador, había comenzado a sospechar de sus viajes secretos. Antes de irse, Doña Amalia advirtió a Vera sobre el Capitán, a quien ella consideraba una amenaza latente. Creía que el Capitán estaba tramando alguna oscura conspiración y que Vera debía tener mucho cuidado.
Mientras tanto, Martina, quien siempre había sentido celos de la cercanía entre Ayala y Lorenzo, comenzó a sentirse inquieta. Le pidió al Capitán que le contara todo lo que sabía sobre Don Ignacio, el padre de Lorenzo. El Capitán, un hombre astuto y lleno de artimañas, aprovechó esta oportunidad para sembrar dudas en la mente de Martina. Le relató los oscuros secretos del pasado de la familia de Don Ignacio, lo que hizo que Martina desconfiara aún más de Lorenzo y Ayala.
Las relaciones entre los personajes de la historia se volvieron cada vez más complicadas. Doña Amalia, con sus propios secretos, trataba de proteger a los que amaba. El Capitán, con sus impredecibles conspiraciones, manipulaba todo en silencio para lograr sus objetivos. Martina, impulsada por los celos y la curiosidad, se estaba convirtiendo en una pieza más de este peligroso juego.
Mientras tanto, Lorenzo y Ayala intentaban construir un futuro juntos, pero los secretos y las conspiraciones a su alrededor amenazaban con destruirlo todo. Debían enfrentar grandes desafíos, desde las sospechas de la familia hasta las intrigas de sus enemigos.